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Mostrando entradas de enero, 2015

Cicatrices que hablan

 Antonio Llinares    Llevo 50 años viéndolas. Hubo un tiempo, ya lejano, en el que crecían. Se estiraban. Cada vez que las miraba, eran un poco más largas. Luego, con el tiempo, no sólo estiraban, sino que iba tomando forma. Pedalada a pedalada, los músculos se iban definiendo. Con el tiempo, sin embargo, se llenaron de curvas. De baches. De marcas que, dicen algunos, nunca deberían de haber estado ahí, pero que me han convertido en la persona que soy ahora. Mis piernas, esas que veo cada día desde hace 50 años, en poco se parecen a las de aquel niño que corría por las playas de La Vila Joiosa. Las cicatrices, esas marcas que te hunden y te forjan el carácter, están ahí para recordarme que la bicicleta, esa herramienta que te la descubre por primera vez, al igual que la libertad, te hace pagar un precio por su compañía. Nada en la vida viene regalado y las lecciones que se aprenden vestido de corto y dando pedales, menos todavía.    Todavía recuerdo la primera vez que el hil